22/10/10

EDUCAR CON AMOR Y POR AMOR

Gandhi, el celebre luchador hindú, decía con certeza: "A los niños antes de enseñarles a leer, hay que enseñarles a aprender lo que es el amor y la verdad". Sin negar la importancia de adentrarlos en el mundo de las letras, la ciencia y la cultura, Gandhi hacía referencia a un aspecto más importante de la formación del ser humano: La práctica constante de la sabiduría y el discernimiento entre el bien y el mal. Necesariamente el ser humano maestro es el intermediario entre el ser humano alumno y la realidad concreta, real, visible y transformable. La escuela es el lugar del desarrollo de estas humanidades que crecen cada día en el fermento de la humildad, la unidad y el amor.
La mayor parte de las veces el estudiante más que lecciones o teorías necesita la antorcha de valores que guíe sus pasos hacia y por la senda de la felicidad para descubrir el amor que da, el amor que encuentra, el amor que se identifica, el amor que se funde con el otro y con los otros, el amor que no olvida, pero perdona, vivifica y enaltece la existencia misma del ser.
Muchas veces el ser humano estudiante más que el pan del conocimiento necesita abrazos para reencontrarse con los demás en la ruta de la existencia para vislumbrar en las esquinas la vida, la vida que quiere ser vivida, la vida que satisfaga la mente, la vida que pide ser colmada, que se funde con el sentido de las cosas.
Siempre el estudiante más que golpes o reproches necesita amigos de corazón abierto que orienten su alma hacia los jardines de la solidaridad para escoger el secreto de la sabiduría, sabiduría de ser humano, sabiduría de buscar lo esencial, sabiduría de no apegarse a las cosas, sabiduría de encontrar el rostro del hermano.
Este el momento que los maestros nos enlacemos en una cadena de esfuerzos que puedan servirnos para realizar el trabajo de construir una nueva civilización más humana y más fraterna desde la educación. La tarea de educar en el amor, de formar integralmente a la persona en la plenitud de su dignidad humana, de los valores cristianos y el compromiso de vida, nos demanda mucho esfuerzo y energía. Sin amor no podremos realizar esta tarea.
Puedo afirmar a partir de mi experiencia personal que solo el amor salva, y el amor es un impulso de salir de sí mismo hacia los demás. El amor mueve el sol y las estrellas como dice Dante.
Recordemos siempre que toda finalidad del conocimiento y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer, lo que existe, las ciencias y la filosofía, pero esto es inútil si por sobre todo no se hace aparecer el amor. Uno debe comprender que todo acto de virtud, todo acto realmente humano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor. Educar es amar. Sin amor no hay educación.